Estoy al borde de un colapso. Mi corazón está fallando en su ritmo. Y no es poesía. Es un diagnóstico.
Y ante ese panorama... La idea de la muerte no es tan remota (tampoco tan inminente), pero si un recuerdo de lo frágil que es la vida y lo breve que suele ser el amor.
Cuando la vida avanza muchos nos damos a la tarea de compilar la historia, aprendiendo con ese resumen lo que hemos visto suceder, lo que nos han contado y lo que hemos leído. Y es que los relatos de gestas heroicas y biografías de todos los personajes que nos han enseñado, se complementan con las vivencias validantes de nuestra propia existencia.
Surgen preguntas vanas, como esas que se resuelven en una revista o post, que solo se ocupan de temas del corazón, o unas más profundas que surgen de los grandes interrogantes de la humanidad: De donde venimos?, a que habremos venido? Cual es nuestra verdadera misión terrenal; Aparecen en nuestra mente algunas de aquellas cuestiones que resolverían incluso la ecuación de la vida misma.
Porque la vida misma es finita, como diría el escritor: Ahora mismo estoy amenazado de resurrección. Esta carrera loca, que comienza con aquel primer llanto, indicando a la partera que hemos nacido y estamos vivos, hasta ese momento cuando nos enfrentamos a la certeza tautológica de la muerte, un evento inevitable y contundente, que cierra el capítulo del "curso de humanos" al que hemos venido, a este labil tránsito que reconocemos como vida.
Cada cual tiene su propio cuaderno de notas, historias de juego y tragedia, percepcion y disfrute, duda y respuesta, en este camino de sueños y realidades, signado de hola y adioses, que surgen cada día del debate entre la ignorancia crasa y el dogma férreo.
Nada más sutil que el viento que nos enseñó los sonidos de la naturaleza y la armonía que nos indujo arte a través de la música. Disfruto siempre la experiencia de lo bello, subjetivo a nuestros ojos, en forma de cánones de belleza, que la misma sociedad no impone y cambia, para hacernos consumidores de experiencias o juzgadores de hermosuras sesgadas por las modas y tendencias que consumimos sin razones objetivas, sembradas en el impulso de la publicidad.
Inspira este episodio insomne (son las 4:46AM), no solo apnea recurrente que tiene al borde del colapso a mi corazón frágil y manoseado, sino la necesidad de decirte antes de morir ( o mejor, mientras aún viva), que acepto el reto de conocer de cerca la gloriosa muerte. Que quizás sobreviva al daño y resulte una lección más para corregir la vida y afinar el propósito, pero ante la sinérgica realidad del quirófano y el riesgo ( al que le debo mi forma de existencia y patrimonio), en el borde de no volver al estado natural de la materia viviente y, eventualmente abandonar este cuerpo subyacente de placeres irresponsables, que tuve por habitación; mientras existía entre vosotros, prefiero aglomerar letras y escribir mi propio panegírico. Que ojalá lean en el ritual de despedida de este despojo mortal que entrega su alquiler deteriorado por el uso y ya sin garantía de fábrica.
No acumulé rencores. Eso sí, sume olvidos y descuidos, me fui sin despedirme, así como me despidieron sin querer irme, pero siempre estuve. Ese fue mi acierto: Salir quedándome para cumplir el sortilegio de vivir sin escaparate. Las vitrinas del cartel luminoso dicen que la temporada de exhibición está llegando a su fin y que nos gozamos entero este parche. Hasta fuí otro, que pude reinventar, hacerlo creíble y culero como el que más, aboné ideales y experiencias hasta acumularlas tanto que esté que hoy muere no es el que un día lloró al nacer.
Irredento, aún quedan cosas por conocer, experiencias por vivir y mentiras que decir, justificaciones para el incumplimiento o verdades a medias para parecer correcto.
Agradecido, sufrí por la ingratitud como el que más, aunque de hecho este mensaje está sembrado en el terreno fértil del silencio y la soledad inducida, quiero decirte que mi espíritu agradece la experiencia de haber aprendido vida a tu lado, que fue suficiente lo compartido aunque a veces pareciera corto. Reímos, hablamos, caminamos, hicimos, creamos, comimos, bebimos, viajamos, tocamos temas, compartimos opiniones y hasta reclamos y en la contabilidad de la existencia, evadimos los impuestos y nos gastamos la vida...
Vimos morir la Ché y la Elle y la Erre, pasamos del bus al Jumbo, del cartero con el telegrama al correo electrónico, del libro al ebook, del fit al fat, del pesebre al árbol y del aguinaldo al amigo secreto, de un mueble con TV de tubos en blanco y negro al TV QLed plano colgado, del emocionante cine con cortinas al streaming por capítulos maratoneados en casa, eso sí...ambos con las infaltables crispetas.
Que más puede pedir este espíritu que llevo o está piel que me habita? Dejame descansar y no lamentes mi partida, que más que una ida, es una huida a otro lugar, menos denso, más libre, y en ese camino de regreso al origen, al hogar común de los espíritus los voy a estar mirando.
Dejame volver sin pasaje, ni visa o pasaporte que me imponga la frontera de visitarte o acompañarte en una idea, un recuerdo o cada vez que leas, este largo e inútil adiós.