Y este resumen sigue extendiéndose. Estoy en la gripa
acostumbrada de cada año por esta época, y es que cumplir años nunca ha sido
emocionante. Debe ser porque 51 es una cifra que ya no habla de la meseta de la
vida, sino de la mejor forma de iniciar levemente, la cuesta abajo.
Un amigo me hacía gavilla para que tuviésemos la oportunidad
de compartir más y más historias, de mi vida, algo así, como si quisiera vivir
lo que en sus palabras califica como que ¨alimentan lo que tal vez no he
vivido, lo que me hace falta por saber¨ y yo le contestaba que para eso se necesitarían
cincuenta años más, que eso era algo así como una narración de las Mil y una
noches. En el fondo entendí en sus palabras, una gran lección: No soy ejemplo
de vida para nadie y nadie aprende vida por el ejemplo, solo a los totazos.
Y por eso me motivé a sacar tanto texto guardado, porque me
di cuenta que con tanto encierro y con tanta ensoñación (esto pasa también cuando
estas pretendidamente enamorado), no
pones atención a lo que ocurre a tu alrededor, por concentrarte en la esperanza; y es que esa
esperanza cada vez más fallida, se viste de fiesta con ropaje de lunares y piel
trigueña para encantar a los escépticos de vez en cuando, saca a asolear su optimismo
informado y los recrea con besos y mensajes hasta que suena la campana de la
realidad, que anuncia que hay que volver a clase.
Pero al relator de las Mil y una noches ya no le caben más
historias, parece que lo hechizara un brujo, que solo ve DejaVus de tanto que ha vivido. Son
51 años con 18627 dias, 12 Presidentes de Colombia; mas de 988 semanas
cotizadas a un solo seguro de salud y 434000 millas de vuelo, son 16 empleos y
154 misiones, son 6 parejas y decenas de intentos, megalitros de cerveza u
whisky -y recientemente unas cuantas de aguardiente-. Cientos de canciones cantadas y unas docenas
de dedicaciones, kilómetros de tinta y muchas hojas con ideas plasmadas.
El balance podría pasar por miles de conocidos y ni una
decena de amigos, kilómetros de carretera y miles de paisajes, (me gustan las
riberas de los ríos y las playas kilométricas, sin mucha gente), porque soy
solitario y me gusta esa soledad cada día más.
Ya no añoro -como antes- la llegada de un alguien, porque cada dia me
doy cuenta que cuando llega un alguien se rompe el equilibrio y te toca
conceder espacios y tiempos que antes no tenías sino para ti mismo. Que el disfrute de una comida o de un
concierto es tan valioso que solo vale la pena que te acompañe un alguien que
no te invada.
El estado de resultados es positivo, hay utilidades
supremas, distribuibles en especie y en metal, lo que hace que puedas darte más
gustos que el promedio. Que a los 51 empieza la vía del descenso al deceso y
que ya nadie lo detendrá. Que vale más la paz lograda que el barullo y la
jarana, que vale más la letra de una canción que una carta a destiempo y que
las palabras y los besos son promesas al viento si no las conviertes en hechos
reales. Quizás por eso es mi aforo estéril de amigos sin agenda y mi solera
llena de vinos sin destapar.
Invito a quien se me pega la gana y no espero que nadie lo
haga por mí, igual no busco retribución a ello, como tampoco reconocimiento por
mi heroísmo, ni creo que haya epicidad en mis actos… son más bien el resultado
de una gran enseñanza de mis mayores: La generosidad no debe tener límites, y
aunque abusen de ella, siempre habrá quien la necesite y otro que lamente
haberla traicionado.
Mis días trascurrirán como nuevas victorias, amanecer vivo será
un acto de fe y de gratitud con el Creador, y en consecuencia de ello debo
resolver cada cosa planteada y cada interrogante formulado por un cliente, un
amigo o un extraño en busca de luz. Un dia confesé (con dolor) que ser maestro
era para pobres y la vida me ha demostrado que es la mayor riqueza que un ser
pueda acumular, porque no hay mejor obra, ni mejor producto, ni mejor servicio,
ni mayor utilidad que impactar el espíritu y cautivar la mente de los seres
humanos y, en ese camino, entender que ¨se aprende para enseñar y se investiga
para transformar¨-
Como frutas, cereales, leguminosos y verduras; amo la carne
roja, puedo cenar a deshoras y aun así mi cuerpo no lo resiente, pero no merco
para otros, mi mesa está servida para quien la valore y mi lecho está dispuesto
para el que no cobre por quedarse, -al fin y al cabo es más cómodo dormir solo-
con visitas ocasionales, nunca se sabe
que pase… Es el resultado de tantas mil y una noches vividas que te llevan a
pensar así.
No le llevo contabilidad a los cariños, porque me dañan los
estados financieros, logran tener impacto inflacionario y entonces el poder
adquisitivo se reduce, con lo cual terminas en déficit. Entendido esto me doy
sin esperar nada y llego hasta el límite de mi autoabastecimiento, por eso no me
entrego, solo estoy y mientras quieran estar, la balanza de pagos esta equilibrada.
Finalmente, como comentario a mis estados financieros, tengo
que aportar que he dado un superávit de cuenta que son más los seres humanos
que han crecido y forjado con mis consejos que los que han huido por mis
pellizcos. Recuerdo la frase que dice ¨Uno se acuerda más de los profesores que
le trancaron que los que fueron laxos y condescendientes¨, y es cierto. El presupuesto aprobado se ha ejecutado con
rigor y juicio, solo desbordado el gasto en viajes, hoteles y comidas – lo cual
no es del todo malo-. Las deudas se han cubierto adecuadamente. No hay reservas
para que se peleen después del deceso, las deudas pendientes las paga cada
seguro de crédito y entonces solo quedarán los pendientes del corazón y las
verdades sin decir, que seguramente saldrán a la luz, corregidas y aumentadas
por las hienas humanas, pero será mejor porque así que llegare al Cielo más rápidamente,
porque no habrá quien lamente mi salida de escena.
Dejo esto y me retiro lentamente, como un esquirol, escondiéndome
a la hora de reclamar para luego beneficiarme de los resultados. Esa es mi
esencia. No ir con la mayoría pero reconocer el momento en que hay que hacerlo.
Libre para mi tiempo y genio para este, que solo cree en Netflix; Instagram, Whatsapp
y Facebook. Me retiro a mis cuarteles de invierno como oso que soy, con el
alimento en la boca y con las ganas del ensueño. Necio de palabra y radical en
mis actos, recio en mis determinaciones y leal a mis principios. Qué más puedo decirle a la amable audiencia, Gracias!
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Esta primera escena del quinto acto esta chuleada. Y así seguiré, nunca cambiaré, dice la
canción!